Cuentos de un libro que no existe -17-

Elevador o escaleras, estaba frente a sus dos únicas opciones, y aunque la gran mayoría de las personas que estaban a su alrededor hacían un semicírculo frente al aparato, haciendo espera y viendo la pequeña pantalla indicadora del nivel en el que se encontraba, todos viendo fijamente como queriendo contar los segundos que se tardaba en cada piso y haciendo cálculos mentales de cuánto tiempo más podría tardarse en llegar. Se encontraba en la indecisión de irse por las escaleras o tomar el elevador, no era un edificio muy alto, unos diecisiete o veinte pisos, cuando lo comparaba con los otros rascacielos en los que había estado, este no le parecía nada alto.

L 14, se leía en la pantalla color rojo con números de diseño digital ubicada en la parte más alta sobre las puertas del elevador, todos con miradas fijas hacia arriba. A este punto no sabía si iba hacia arriba o hacia abajo, evaluó la otra opción, caminar por las gradas no parecía nada mal, <necesitaba el ejercicio>, pensó, más personas se amotinaban a la entrada del ascensor. Pensando en lo incomodo que podía ser subir en un espacio tan reducido con medio centenar de individuos a los que nunca en su vida había visto, y pensándolo bien, tal vez nunca más vuelvan a coincidir en un mismo lugar al mismo tiempo. No se le apeteció tal elección, reparó en los escalones nuevamente, habían casi veinticinco de ellos para llegar al siguiente nivel, con un descanso en el centro, haciendo algunos cálculos matemáticos que le dio por resultado, fatiga, dirigió la vista nuevamente a la pequeña pantalla. L 9, <habrá piso trece en este edificio> divago, creía haber oído o leído tal vez, en algún lugar que los edificio no tenían piso trece, no se encontraba muy segura, pero lo había anotada en su lista mental de quehaceres para poder averiguarlo luego de esta odisea a la que enfrentaba. 

Trato de contar a las personas que se encontraban cerca de las puertas de doble hoja, todos con trajes formales, colores obscuros y combinados de tristeza, una par de cabezas blancas, otras medio grises, muy pocas oscuras, unas cuantas con cabellos largos, pero no lograba distinguir si eran mujeres u hombres, todos con algo entre sus manos, papeles, portafolios, tarjetas, panfletos, ninguno se veía las caras, estaba como hipnotizados por la pantalla de color rojo. L 7, se leía, se auto evaluó, viéndose de pies a cabeza, esperaba no estar igual que de ellos, pero al parecer había sucumbido a la corriente de esa moda, no encontró diferencias entre ella y los demás. 

Vio las escaleras nuevamente y no se sentía cansada, la distancia hasta su destino ya no le parecía tan larga, sentía que los niveles se habían acortado y que las gradas le llamaban a subir por ellas, y por qué no, al fin y al cabo iban hacia arriba, lo mismo que el elevador haría cuando llegara a este nivel. Las caras de todos los acompañantes eran rostros endurecidos, no parecía haber sentimientos en ellos, miradas perdidas en la pequeña pantalla, la paciencia no formaba parte de sus vidas, unos moviendo la punta del pie de arriba abajo una y otra vez, otros moviendo los dedos de las manos tan rápido como podían o levantando sus muñecas para ver la hora. 

Vio las escaleras nuevamente, y un sonido le distrajo, era el elevador, anunciando su llegada a este nivel, sus puertas se abrieron de par en par haciendo sonar una melodía de Muzak, los futuros ocupantes se a galoparon hacia su interior, queriendo ocupar un espacio dentro de ese cubo, peleando por codo a codo por entrar. 

Un vistazo más a las escaleras, Dio un paso, pero no hacia adelante, media vuelta y salió del edifico.