Aun después de experimentar los pequeños fracaso en los pequeños arreglos del hogar, aquel Macho que se respeta, el alfa de la manada, amo y soberano del mismo ranchito, no
se permite que previos fiascos le obstaculicen nuevos intentos, aun arriesgándose
a descomponer nuevas cosas.
Un mensaje basto para encender la chispa del mecánico
reparador de objetos electrónicos genéricos y sin o con nombre, la importante
de la casa se había arruinado, bendita máquina que nos evita ir al río o en su
defecto utilizar el lavadero. En mensaje de "E1" en la pequeña pantalla digital de la
Lavadora avisaba que algo estaba mal con su funcionamiento. El proceso era de
simple lógica, saco la ropa, dreno el agua, le doy vuelta a la lavadora y con
desarmador en mano a desmantelar hasta encontrar posibles fallos y repararlos.
Los primeros pasos fueron sencillos, sacar la ropa y drenar
no representó ningún tipo de problema. Todos los procesos estaban calculados
para el siguiente paso, el desarmador listo, la navaja suiza con sus miles de
funciones estaba a la mano, la cinta adhesiva y también aislante, una par de
llaves inglesas y hasta un martillo (por aquello de las moscas), no esperaba
utilizarlo. Revisé el lugar donde descansaría la susodicha, desconecté los
cables eléctricos que le dan vida, analicé el proceso a seguir, simple, fuerza
sobre los puntos más alto de su centro de gravedad para inclinarle a un costado
y muy lentamente hacerla descansar en el suelo, di una última revisada a los
cables y note que la manguera aún seguía conectada, medí mentalmente su
distancia y el ángulo en la que estaba conectada y ninguna ecuación matemática dictó
algún inconveniente en su trayecto hacia el suelo, decidí dejarla conectada.
Me dispuse a realizar las acciones previamente planeadas,
muy lentamente moví la lavadora
hacia el suelo y muy lentamente vi como el remanente de agua en su tambor se deslizaba
hacia afuera, todo como lo previsto, hasta que se escuchó el rugir de una tubería,
el fastidioso sonido de que algo salió mal, con la lavadora ya en el suelo, el
sonido incesante de una tubería que arroja agua al aire con toda la fuerza que
la presión le permitía, a cual fuente de centro comercial, rápidamente me
dirijo a la puerta, corro hacia las gradas y las bajo de a dos, hasta llegar a
la bomba de agua, presiono el interruptor y cierro la llave, me dirijo
nuevamente a lugar de los hecho, repasando mentalmente todos los pasos que seguí,
tratando de encontrar la falla, ¿qué salió mal? ¿cuál calculo fallo?. Una vez
en la escena del crimen, un charco de agua dibujaba el fracaso en el suelo, una
tubería rota, que de alguna manera encontró la forma de enrollarse en la
manguera he hizo las de palanca para llevarse de encuentro los dos grifos que
conectaban a la lavadora, muy sigilosamente y sin anunciar tal atentado.
| EL paciente durante su operación |
No dejé que
tal incidente me distrajera de mi cometido, me dispuse a revisar cada parte del
corazón de la lavadora, desarmando cada porción quirúrgicamente y volviendo a ensamblarla
en su lugar luego de su inspección, luego de unos 15 minutos de cirugía a corazón
abierto, encontré el causante del siniestro, un calcetín atorado en el
motorcito de la bomba de desagüe, fácilmente me deshice de el, instale todo con
sus piezas, devolví a la recién reparada a su lugar, presione un par de botones
y le puse a prueba, todo funcionó bien, en teoría, llené el tambor con una
cubeta y la ropa a medio lavar que previamente había sacado y la hermosa creación
para lavar ropa, funcionó de maravilla.
| El causante de todo: El Calcetín |
Ahora me
quedaba el problema de la tubería. La fabulosa ingeniería de quien sea que
diseño ese sistema, me obligaba a cerrar el paso de agua para toda la casa por
culpa de una pequeña tubería ubicada en la parte más lejana del patio. Era sábado
por la tarde y nadie iba a llegar a hacer arreglos de fontanería, ni me permitiría
en ese momento, como macho alfa, a recurrir a un tercero.
| La inclinación de ese tubo no es la que corresponde a su instalación |
Nuevo análisis
de la situación, afloró el fontanero que hay dentro de mí. Una tubería de PVC
de ¼, un codo, una conexión T, pegamento, teflón, una cierra... trabajo fácil,
pero a esa hora no había ferretería abierta. Otro análisis de la situación, una
bolsa plástica, alambre de amarre y cerrar la fuga a presión, solución,
temporal. Después de ponerla en práctica, rápidamente me di cuenta que era un
poco más complicado que eso, el retaco improvisado voló por los aires al dejar pasar
la presión mínima de agua, reforcé el obturador con un pedazo de trapo, la
misma bolsa y más alambre de amarre. Esta vez dio resultado, pero no por mucho
tiempo. Como sabio hombre de la casa, el lunes de la siguiente semana, llamé al
experto.
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