lunes, 30 de diciembre de 2013

Sapo feo

- Soy verde - se dijo a si misma - y además larga como ninguna otra.
se lo repetía cada mañana, una y otra vez, pensando en voz alta o con toda la intención para ser escuchada por los vecinos a su alrededor.

Un día, pasando un sapo por el camino le escucho, - Soy verde y además larga como ninguna otra.
El sapo le vio, de arriba a abajo y le respondió - Ya lo veo, eres bella como ninguna otra.
Al oírle decir tales improperios, según ella, se ofendió como el peor de los insultos recibidos y con una mirada despectiva le dijo, - ¿y tu que sabes de belleza?, no ves que no soy bien vista y soy verde.

El sapo se sorprendió por tal respuesta, jamás habia esperado algo semejante.
- Pero que dices - dijo el sapo - ¿no ves el color tan intenso de tu tallo? es como el jade, hermoso y reluciente.
- Jamás, eso no es así, es verde - respondió la ofendida, pero sin ningún otro argumento - además soy larga, como ninguna otra.
- ¿y eso es malo? - le pregunto el sapo
- Claro que es malo, que no ves que no hay otra como yo, soy la más grande por aca.
- lo que veo no es lo que dices, eres la más alta, sí, pero eso te hace sobresalir sobre las demás - dijo el sapo croando al mismo tiempo - te da más personalidad que a las otras.
- ¿y eso de que sirve? no soy bella, y mira aca, ¿piensas que esto puntiagudo tiene alguna belleza? - lo dijo mientras señalaba unas espinas que recorrían el largo de su tallo.
- Cuando algo tiene mucho valor, hay que protegerlo - dijo el sapo sin dudar - es por eso que tienes esas espinas que te protegen, además, van con tu curvatura, y mira cada una de ellas te da elegancia, bien sincronizadas  una tras otra, con un respingo hacia adentro y el color difuminado que combina con tu tallo.

Se miraba de un lado a otro, fijándose lentamente en los detalles que le describia el sapo, viendolo detenidamente le respondió. - y qué me dices de estas hojas, son verdes, más verdes todavía y estos  de aquí parecen pelos.
El Sapo le vio y no dijo palabra alguna por un largo rato, después dio un brinco con intenciones de alejarse, pero se detuvo y le vio nuevamente - ¿En serio no ves tu belleza? - le preguntó.
- Deja de decir eso, porque no es así, ya te lo he dicho, además, ¿no has visto mi cabeza? los pétalos se abren cada día más y son rojos.
- Tus hojas son tu encanto y tu cabeza es una corona perfecta para resaltar la expresión que me gustaría pudieras ver. y por cierto, son los pétalos más vivos que he visto en mucho tiempo, seguramente hay muchos que se detienen para apreciarte y no dudo que más de uno te ha querido llevar consigo, ¿o me equivoco?.
y con la última pregunta dio un brinco más y se fue alejando salto tras salto, croando y cantando.

La rosa no podía dejar de verlo alejarse, con su espalda arrugada y baba casi por todas partes, con los ojos grandes y deformes por su cara, y su sonrisa, tan grande como él mismo, y sus saltos que eran como verlo bailar con sus ancas estiradas.

Al llegar la mañana siguiente el sapo pasó por el camino nuevamente y de reojo le vio, alta y bella como siempre.
- Hola, sapo - le dijo rápidamente antes que se alejara - ¿tu crees que soy bonita? - preguntó rapidamente.


El sapo respondió quizá al mismo tiempo que ella decía la última palabra - No, no lo creo, a menos que tu lo creas, aunque a mi parecer tu deberias de creerlo más que yo, porque al final que importa lo que yo crea, por ejemplo, yo se que soy el sapo mas hermoso del estanque, tengo las arrugas más grandes los ojos más saltones y puedo brincar más que cualquier otro sapo y ni se diga de mi boca, puedo hacer la sonrisa más bella que jamás hayas visto, así que no me importa lo que los demás crean. pero dime ¿y tu que crees?
La rosa no supo que contestar, le vio atónita por su respuesta y después de un rato le contestó
- Sí, lo creo, creo que no hay nadie como tu en el estanque.
- No era a eso a lo que me refería, yo se lo que soy, pero ¿que crees tu de ti misma? - arremetió el sapo.
- Ya no se que pensar - lo dijo con un tono de duda en su voz. - después de todo, quizá lo sea porque tu lo dices.
- O quizá lo seas porque tu lo eres - le dijo el sapo al tiempo que seguía su camino, pero una vez más se detuvo, dio media vuelta y le dijo - Pero que no te quede duda que eres la Rosa más bella que jamás he visto, hermosa como ninguna otra.

Y con esas palabras se alejó y la rosa lo creyó.

martes, 22 de octubre de 2013

Jade

Escapar no había sido fácil, El Mirador, como le llamaban los nativos de la zona, era una tierra sin recuerdo, perdida en las penumbras de la selva más espesa al norte de Itzá, no existía camino conocido ni por los guías más expertos ni por los nativos más audaces, era una aventura bajo el riesgo de los que se atrevían a andarla, la jungla tropical guardaba muchas sorpresas y peligros, más de los últimos que de los primeros, pero el premio era prometedor, no eran tesoros o riquezas, esos ya hace mucho que habían desaparecido, la tierra misma se encargó de esconderlos para evitar las avaricias de los Q'eqchi'.

El camino que más les acercaba llegaba hasta Xultún y esto era a unos 500Km de su destino, una pequeña aldea que no hacia honor al título, el calor húmedo hacia que las ropas se pegaran al cuerpo con un sudor pegajoso que se podía sentir a lo largo de los brazos. Xultún estaba formado por no más de una veintena de familias todas nativas Q'eqchi' y casi ningún individuo de habla castellana, pero no importaba, solo era la última parada antes de empezar el verdadero viaje y se habían preparado con las frases más necesarias del q'anjob'al, el idioma nativo de estas tierras, todos salieron a recibirles, asombrados por sus artefactos y tocando lo que alcanzaban, pero la curiosidad no fue por mucho tiempo, algo acostumbrados estaban de recibir ese tipo de visitas no tan frecuente como deseaban.

Como pudieron hicieron algunas compras de lo que los Q'eqchi' dejaron que se vendiera, nada era producto empacado, como hubieran deseado, unos cuantos recipientes para agua hechos de barro, mecapales y uno que otro recuerdo, no es que necesitaran algo era solo la simple curiosidad de llevar un parte de todo lo que encontraban. Trataron de convencer a uno de los nativos, un muchacho escuálido, de pelo negro y tieso con unos ojos muy atentos, solo vestía con un taparrabo y era de los pocos que podía decir algunas palabras en castellano.  No aceptó, no se vio tentado por las cantidades de billetes verdes que sabía solo servían para comparar unas cuantas cosas que traía uno que otro comerciante eventual, lo mismo les habían contestados otros cuando intentaron comprar y más decidieron vender por la insistencia de los exploradores que por la necesidad del papel sin valor para ellos. 
Intentaron seducir a Ehécatl, el joven de pelo tieso y ojos grandes, como pudo rechazo cada oferta aunque sí dudó por un momento cuando le ofrecieron llevarle a la ciudad en un viaje esporádico, por pura curiosidad. No lograron más que sacarle un poco de información sobre la ruta a seguir, ya sabían de los mosquitos con mordidas como feroces perros, de sobra entendían el calor húmedo y sofocante, el fango no representaba problema alguno según ellos, las lluvias esporádicas pero diluvianas era de esperar, y bien advertidos estaban de las noches negras y conciertos de sonidos de todo tipo y clase de animales y bestias conocidas y desconocidas, fue sorpresa el rio, que como pudo Ehécatl lo describió como una fuerza indomable y que solo se podía cruzar en los días más secos de verano, cuando la corriente estaba baja, no era el caso de estos exploradores, según ellos también consientes de las tormentas de la actual temporada, también les dijo que lo mejor era bordear Kaan Witz, una montaña al oeste de Mopán que recientemente había sido explorada pero solo por los aires debido a su remota ubicación, habían escuchado los rumores de una cueva que podía acortar su viaje en no menos de una semana, y al preguntar por el paso de Ac’tún, Ehécatl hizo una mueca de espanto y con ademanes y palabras que no entendieron en lo absoluto comprendieron que deberían de alejarse de ese lugar. Esas fueron algunas de las advertencias y consejos que recibieron en el último oasis de su trayectoria, después de pasar la noche en unas cabañas secas y cómodas empezaron el verdadero desafío mucho antes que saliera el sol.


Era fresco el clima de la madrugada y en la aldea no se escuchaban rastros de vida, solo unas cuantas mujeres sacando el maíz para moler, unos cuantos perros haciendo sus rondas matutinas para marcar el posible territorio invadido durante la noche. Ehécatl les acompaño en el inicio del viaje, hasta donde él consideró lo sanamente seguro, que no eran más de dos o tres kilómetros desde la aldea.

miércoles, 29 de mayo de 2013

...Los Visitantes...


EL Hoovcar sobrevolaba totalmente impasible sobre la espesa maleza que aún estaba húmeda por la tormenta del día anterior, los controles de mando automático pilotaban sin ningún problema a velocidad crucero, el cielo aun gris y con nubes sumamente oscuras.

En su interior, no se podría hacer distinción entre si alguien iba en el o si estaba completamente vacío, un silencio profundo reinaba entre sus pasajeros, ambos sumidos en pensamientos muy profundos. La mirada de ojos color gris claro de uno de ellos se perdía en el horizonte, el dedo pulgar de su mano derecha se movía inquieto de arriba abajo, como un tic nervioso, no sabía exactamente porqué se encontraba exacerbado, había pasado por la misma experiencia en más de un par de ocasiones y nunca se había sentido con el tamborileo de mariposas en el estómago, totalmente desconcertado.

La otra pasajera, mucho más tranquila, al menos en el exterior, no mostraba signos de desesperación o nerviosismo, cabellos largo de un castaño claro y con una cola de caballo alta, su vista estaba fija en los controles, sin razón especial, solo viendo las luces parpadeantes indicando que todo iba bien hasta ese momento en el trayecto recorrido.

“Te ves nervioso”, comentó Tam, “y un poco distraído, ¿hay algo malo con este visitante?”
“No que yo sepa, según todos los informes no es más que otra visita oficial, me supongo que desean ver cómo está el progreso de los tratados o algún otro detalle sin importancia. Les encanta inmiscuirse en nuestros procesos”, contesto Erick, “Pero no puedo negar que algo me incomoda de esta visita, no sé lo que sea, pero algo no me parece normal”.

Hacía muchos años que no tenían una visita inesperada en el planeta. Siempre recibían a comerciantes, turista y aquellos viajeros que solo descansan una noche, ninguno de estos necesitaban de un recibimiento oficial. Este visitante era diferente, las especies no siempre se juntaban sino bajo razones muy especiales y raras, los años de desconfianza y enemistad habían pasado sin embargo aún no había un trato totalmente equilibrado, se tenían sus reservas. Aunque eran muy parecidos e incluso se podrían considerar como humanos, las mismas características predominaban, a simple vista no se podría hacer distinción alguna, unos cuantos centímetros más bajos y bellos más abundantes sobre los brazos serían las únicas tipologías diferentes, prácticamente humanos, no, humanos realmente, pero de otro mundo, por ese simple hecho se trataban como especies diferentes.

***

Los Kevondianos, como se hacían llamar, eran criaturas altamente inmutables y analíticos con todo lo que era conocido a su alrededor. Cuando la sonda Voyager 1 fue capturada en el campo gravitacional del planeta Kev muchas décadas después de su lanzamiento en la tierra, habían bloqueado toda emisión radial de esta para evitar alertar de su existencia a quien hubiese enviado aquel artefacto. No era una tecnología muy avanzada, pero contenía información de increíble valor para ellos. Después de todos los análisis practicados al artefacto, detectaron y rastrearon la trayectoria que había seguido la sonda. No les resulto complicado en absoluto crear su propia sonda para enviarla dirección a ese planeta desconocido, después de todo, estaban fascinados con la idea de comunicarse con otra especie inteligente. Ya habían colonizado 16 mundos de diferentes sistemas solares dentro de su propia galaxia, todos ellos tuvieron que ser kevondformados para  ser habitables, y en ninguno de ellos encontraron vida inteligente, en muchos casos, no encontraron vida en absoluto y la formación tuvo que ser completa. Conocer  a aquellos que habían enviado la sonda les abría un mundo de curiosidad como nunca lo habían experimentado.

Para los humanos fue una experiencia similar, al detectar que el Voyager dejó de enviar las  señales a las que estaban acostumbrados, la primera impresión que tuvieron fue la más lógica, <<Dejo de funcionar>>, después de todo, ya contaban muchas las décadas desde que fue lanzado. Pero después del análisis de los últimos datos recibidos, como rutina siempre analizaban todos los datos en más de una ocasión, les dividía la posibilidad de que algo más pudo haber pasado. Era probable que la exploración espacial terrestre hubiera tenido sus frutos después de todo, y no fue el hecho de no tener datos después de la falta de emisión de la sonda, detectaron un objeto viajando a una velocidad impresionante con dirección a la tierra, estaban completamente seguros que no era la sonda envidad de regreso, la velocidad era excesiva para aquella arcaica aeronave…

Continuara…

lunes, 15 de abril de 2013

El Hombre de la Casa 2


Aun después de experimentar los pequeños fracaso en los pequeños arreglos del hogar, aquel Macho que se respeta, el alfa de la manada, amo y soberano del mismo ranchito, no se permite que previos fiascos le obstaculicen nuevos intentos, aun arriesgándose a descomponer nuevas cosas.

Un mensaje basto para encender la chispa del mecánico reparador de objetos electrónicos genéricos y sin o con nombre, la importante de la casa se había arruinado, bendita máquina que nos evita ir al río o en su defecto utilizar el lavadero. En mensaje de  "E1" en la pequeña pantalla digital de la Lavadora avisaba que algo estaba mal con su funcionamiento. El proceso era de simple lógica, saco la ropa, dreno el agua, le doy vuelta a la lavadora y con desarmador en mano a desmantelar hasta encontrar posibles fallos y repararlos.
Los primeros pasos fueron sencillos, sacar la ropa y drenar no representó ningún tipo de problema. Todos los procesos estaban calculados para el siguiente paso, el desarmador listo, la navaja suiza con sus miles de funciones estaba a la mano, la cinta adhesiva y también aislante, una par de llaves inglesas y hasta un martillo (por aquello de las moscas), no esperaba utilizarlo. Revisé el lugar donde descansaría la susodicha, desconecté los cables eléctricos que le dan vida, analicé el proceso a seguir, simple, fuerza sobre los puntos más alto de su centro de gravedad para inclinarle a un costado y muy lentamente hacerla descansar en el suelo, di una última revisada a los cables y note que la manguera aún seguía conectada, medí mentalmente su distancia y el ángulo en la que estaba conectada y ninguna ecuación matemática dictó algún inconveniente en su trayecto hacia el suelo, decidí dejarla conectada.

Me dispuse a realizar las acciones previamente planeadas, muy lentamente moví la lavadora hacia el suelo y muy lentamente vi como el remanente de agua en su tambor se deslizaba hacia afuera, todo como lo previsto, hasta que se escuchó el rugir de una tubería, el fastidioso sonido de que algo salió mal, con la lavadora ya en el suelo, el sonido incesante de una tubería que arroja agua al aire con toda la fuerza que la presión le permitía, a cual fuente de centro comercial, rápidamente me dirijo a la puerta, corro hacia las gradas y las bajo de a dos, hasta llegar a la bomba de agua, presiono el interruptor y cierro la llave, me dirijo nuevamente a lugar de los hecho, repasando mentalmente todos los pasos que seguí, tratando de encontrar la falla, ¿qué salió mal? ¿cuál calculo fallo?. Una vez en la escena del crimen, un charco de agua dibujaba el fracaso en el suelo, una tubería rota, que de alguna manera encontró la forma de enrollarse en la manguera he hizo las de palanca para llevarse de encuentro los dos grifos que conectaban a la lavadora, muy sigilosamente y sin anunciar tal atentado.

EL paciente durante su operación
No dejé que tal incidente me distrajera de mi cometido, me dispuse a revisar cada parte del corazón de la lavadora, desarmando cada porción quirúrgicamente y volviendo a ensamblarla en su lugar luego de su inspección, luego de unos 15 minutos de cirugía a corazón abierto, encontré el causante del siniestro, un calcetín atorado en el motorcito de la bomba de desagüe, fácilmente me deshice de el, instale todo con sus piezas, devolví a la recién reparada a su lugar, presione un par de botones y le puse a prueba, todo funcionó bien, en teoría, llené el tambor con una cubeta y la ropa a medio lavar que previamente había sacado y la hermosa creación para lavar ropa, funcionó de maravilla.
El causante de todo: El Calcetín

Ahora me quedaba el problema de la tubería. La fabulosa ingeniería de quien sea que diseño ese sistema, me obligaba a cerrar el paso de agua para toda la casa por culpa de una pequeña tubería ubicada en la parte más lejana del patio. Era sábado por la tarde y nadie iba a llegar a hacer arreglos de fontanería, ni me permitiría en ese momento, como macho alfa, a recurrir a un tercero.

La inclinación de ese tubo
no es la que corresponde a su instalación
Nuevo análisis de la situación, afloró el fontanero que hay dentro de mí. Una tubería de PVC de ¼, un codo, una conexión T, pegamento, teflón, una cierra... trabajo fácil, pero a esa hora no había ferretería abierta. Otro análisis de la situación, una bolsa plástica, alambre de amarre y cerrar la fuga a presión, solución, temporal. Después de ponerla en práctica, rápidamente me di cuenta que era un poco más complicado que eso, el retaco improvisado voló por los aires al dejar pasar la presión mínima de agua, reforcé el obturador con un pedazo de trapo, la misma bolsa y más alambre de amarre. Esta vez dio resultado, pero no por mucho tiempo. Como sabio hombre de la casa, el lunes de la siguiente semana, llamé al experto.