- Soy verde - se dijo a si misma - y además larga como ninguna otra.
se lo repetía cada mañana, una y otra vez, pensando en voz alta o con toda la intención para ser escuchada por los vecinos a su alrededor.
Un día, pasando un sapo por el camino le escucho, - Soy verde y además larga como ninguna otra.
El sapo le vio, de arriba a abajo y le respondió - Ya lo veo, eres bella como ninguna otra.
Al oírle decir tales improperios, según ella, se ofendió como el peor de los insultos recibidos y con una mirada despectiva le dijo, - ¿y tu que sabes de belleza?, no ves que no soy bien vista y soy verde.
El sapo se sorprendió por tal respuesta, jamás habia esperado algo semejante.
- Pero que dices - dijo el sapo - ¿no ves el color tan intenso de tu tallo? es como el jade, hermoso y reluciente.
- Jamás, eso no es así, es verde - respondió la ofendida, pero sin ningún otro argumento - además soy larga, como ninguna otra.
- ¿y eso es malo? - le pregunto el sapo
- Claro que es malo, que no ves que no hay otra como yo, soy la más grande por aca.
- lo que veo no es lo que dices, eres la más alta, sí, pero eso te hace sobresalir sobre las demás - dijo el sapo croando al mismo tiempo - te da más personalidad que a las otras.
- ¿y eso de que sirve? no soy bella, y mira aca, ¿piensas que esto puntiagudo tiene alguna belleza? - lo dijo mientras señalaba unas espinas que recorrían el largo de su tallo.
- Cuando algo tiene mucho valor, hay que protegerlo - dijo el sapo sin dudar - es por eso que tienes esas espinas que te protegen, además, van con tu curvatura, y mira cada una de ellas te da elegancia, bien sincronizadas una tras otra, con un respingo hacia adentro y el color difuminado que combina con tu tallo.
Se miraba de un lado a otro, fijándose lentamente en los detalles que le describia el sapo, viendolo detenidamente le respondió. - y qué me dices de estas hojas, son verdes, más verdes todavía y estos de aquí parecen pelos.
El Sapo le vio y no dijo palabra alguna por un largo rato, después dio un brinco con intenciones de alejarse, pero se detuvo y le vio nuevamente - ¿En serio no ves tu belleza? - le preguntó.
- Deja de decir eso, porque no es así, ya te lo he dicho, además, ¿no has visto mi cabeza? los pétalos se abren cada día más y son rojos.
- Tus hojas son tu encanto y tu cabeza es una corona perfecta para resaltar la expresión que me gustaría pudieras ver. y por cierto, son los pétalos más vivos que he visto en mucho tiempo, seguramente hay muchos que se detienen para apreciarte y no dudo que más de uno te ha querido llevar consigo, ¿o me equivoco?.
y con la última pregunta dio un brinco más y se fue alejando salto tras salto, croando y cantando.
La rosa no podía dejar de verlo alejarse, con su espalda arrugada y baba casi por todas partes, con los ojos grandes y deformes por su cara, y su sonrisa, tan grande como él mismo, y sus saltos que eran como verlo bailar con sus ancas estiradas.
Al llegar la mañana siguiente el sapo pasó por el camino nuevamente y de reojo le vio, alta y bella como siempre.
- Hola, sapo - le dijo rápidamente antes que se alejara - ¿tu crees que soy bonita? - preguntó rapidamente.
El sapo respondió quizá al mismo tiempo que ella decía la última palabra - No, no lo creo, a menos que tu lo creas, aunque a mi parecer tu deberias de creerlo más que yo, porque al final que importa lo que yo crea, por ejemplo, yo se que soy el sapo mas hermoso del estanque, tengo las arrugas más grandes los ojos más saltones y puedo brincar más que cualquier otro sapo y ni se diga de mi boca, puedo hacer la sonrisa más bella que jamás hayas visto, así que no me importa lo que los demás crean. pero dime ¿y tu que crees?
La rosa no supo que contestar, le vio atónita por su respuesta y después de un rato le contestó
- Sí, lo creo, creo que no hay nadie como tu en el estanque.
- No era a eso a lo que me refería, yo se lo que soy, pero ¿que crees tu de ti misma? - arremetió el sapo.
- Ya no se que pensar - lo dijo con un tono de duda en su voz. - después de todo, quizá lo sea porque tu lo dices.
- O quizá lo seas porque tu lo eres - le dijo el sapo al tiempo que seguía su camino, pero una vez más se detuvo, dio media vuelta y le dijo - Pero que no te quede duda que eres la Rosa más bella que jamás he visto, hermosa como ninguna otra.
Y con esas palabras se alejó y la rosa lo creyó.

