Muchos padres piden que los hijos vengan con un manual de instrucciones incluido al momento del nacimiento, pero existen varios a los que podemos avocarnos y no seculares, los consejos de los que tiene experiencia y la experiencia misma nos enseña, me conformaría con un interruptor de apagado y encendido, eso haría feliz a muchos en este planeta.
Luego de nuestra tradicional reunión familiar de los lunes por la noche y después de un par de travesuras de Kevin, nos disponíamos a ir a la cama, Kevin se había quedado dormido en el sofá, lo cual hizo la tarea más fácil, lo lleve a la cama, cambie su ropa, un beso en la frente, le arropo y listo, uno menos, queda una por dormir.
La bebe, en brazos de su progenitora estaba feliz, tranquila y encaminada al mismo destino de su hermano, luego de alimentarse lo debido por un período de tiempo que solo las mamás pueden soportar, estaba dormida; felices, le llevamos a la cama para cambiarle y alistarle para su cuna, me distraje en otras tareas del hogar mientras mi esposa hacia lo necesario para terminar la tarea del día, al entrar al cuarto veo a mi esposa tirada en la cama, con la mirada perdida en el techo del cuarto, signos de decepción afloran en su rostro, dirijo mi mirada hacia la cuna, y con su sonrisa de inocencia y mirada de energía, me ve la bebe, -Esto me toca a mí –digo a mis adentros, y la levanto.
La tomo entre mis brazos, la paseo por la sala, me siento a ver televisión y ella está de lo más tranquila sobre mi regazo; pensando que está a las puertas del oportuno sueño de la noche, la dejo tranquila, un minuto más tarde se desespera y quiere pararse, la levanto y juega con pedazo de papel que estaba a su alcance, toma el control remoto de la tele, se lo quito y mejor decido levantarme, la pasee por la casa tarareando una canción de cuna, de esas que son famosas, pero ella esta entretenida viendo mis pasos o jugando con sus dedos. Le llevo a la cama, según yo, ella está por dormirse, la acuesto y juego por un momento, ella se levanta y juega con los peluches, tantos que si estuvieran con vida formarían un zoológico completo, desde osos, ratones, monos, sapos, muñecas, más osos, un par de serpientes de Kevin, dinosaurios y otros animales exótico que no alcance a identificar, ella se distrae con todos, me ubico en la orilla de la cama, haciendo un cerco para que ella no corra peligro, mis ojos se cierran, lucho contra lo inevitable, parpadeo y la veo con un peluche, no sé qué tan rápida es ella de noche, pero después del siguiente parpadeo está a menos de un centímetro de mi nariz, supongo que tiene algún súper poder que no ha dado a conocer porque después del siguiente parpadeo ya está en la cabecera de la cama tratando de despegar un poster del Rayo McQueen, un parpadeo más y está nuevamente frente a mi rostro, juagando con mi nariz, los pocos sentidos que me quedan en ese momento analizan la situación, -me estoy quedando dormido y ella no, se supone que debe de ser lo contrario, yo te tengo que dormir a vos- monólogo con ella, recurro a la batería de emergencia y la levanto con las pocas fuerzas que me quedan, le paseo por el pequeño apartamento y ella juega en mis brazos, acostada, sentada, boca abajo, de cabeza, no da señales de cansancio; desfilo cerca del cuarto, pidiendo auxilio de mi compañera eterna, pero Morfeo se ha encargado de ella. Me siento un por un momento y ella se queja, no quiere que me siente, le paseo nuevamente y traro de sentarme en la mecedora esta vez, la distraje por unos cortos segundos hasta que ella se vuelve a quejar, sigo con la rutina de caminar de un lado hacia otro, cual paciente de hospital, trato de cantarle pero mi cerebro ya no conjuga bien las frases, y ni comprendo que canción quería cantarle, estoy trabajando al mínimo. Después de noventa minutos de resistencia empieza a dar señales de sosiego, pero lucha por no dormirse, por ratos se queda con los ojos cerrados pero con una expresión de enojo por estar perdiendo la batalla, reacciona y llora, sigo sin comprender porque no se duerme si tiene sueño, en su lucha entre Morfeo y ella, su delicada mano se relaja en mi pecho y en una reacción de batalla la cierra tomando entre sus dedos los pelos de mi pecho tan fuerte que ahogo un grito, trato de zafarle los dedos pero es imposible, ella ya está con los ojos cerrados y no existe en mis planes despertarle, soporto como puedo el dolor, hasta que mi aliado le gana la batalla, al fin se ha dormido. Me dirijo a la mecedora nuevamente, para que su cuerpo se relaje bien antes de acostarla, tan pronto como me relajo en mi objetivo, sus sensores se activa, abre sus ojos y me ve con ojos de sorpresa, mirada de energía, no puedo creerlo, me levanto y trato de relajarla, acudo a la emergencia y le acuesto en la cama junto a su mamá, y ella vuele a cerrar los ojos… victoria, hoy si, espero unos minutos, luego de mi oración la paso a su cuna, pongo sus sabanas, cubro con el mosquitero, y al fin a dormir, por alguna extraña razón, después de ciento veinte minutos de batalla, ya no tengo sueño.
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