lunes, 14 de marzo de 2011

La fiesta del primer año

Muchas cosas pasan en la vida, muy pocas de ellas tiene el poder de cambiarla. En una vida hay mucho por ver, mucho por oír, mucho por aprender, mucho tiempo que perder y muchas experiencias que ganar,  muchas oportunidades que aprovechar, nadie mejor que un bebe para poder aprovechar al máximo este tiempo, y mis bebes, los dos, me han cambiado la vida, desde ese pequeño instante en el que los vi, en ese momento que en sostuvieron mi inútil dedo índice para atraparme por el resto de mi vida. Ya he escrito de ellos, pueden leer un poco de Kevin  aquí, y por aquí; de Emily pueden den leer aquí, y por aquí. hoy quiero contar lo que paso en la celebración de un acontecimiento muy importante en la vida de la más joven.

Recientemente celebramos el aniversario de la más pequeña de la casa, la princesa, tratando de hacer que todo pareciera de la realeza al celebrar este acontecimiento que solo pasa una vez en la vida de cada ser en este planeta, aunque el nivel de conciencia de la festejada esté en lo más mínimo y es seguro que a estas alturas que estoy escribiendo ya no recuerde muchos detalles del acontecimiento, como padres quisimos darle lo mejor que estuvo en nuestras posibilidades. Comenzamos hace más o menos como un mes, la dueña de mi feudo empezó a hacer los preparativos escribiendo la lista de invitados al magno evento, la lista era casi interminable, digan de un palacio y sus jardines, pero la billetera se reusaba a tal esplendor, así que, movidos a fuerza de bolsa tuvimos que reducir la lista drásticamente, lo más probable es que tú, que estás leyendo esto, estabas dentro de los invitados pero no me culpes a mí por no entregarte la invitación, todo es culpa del pedazo de cuero donde guardo los plásticos. Luego de la lista de invitados y después de revisarla un sinfín de veces, empezaron las compras, dulces, papeles decorativos, globos, bocadillos y todo otro detalle para la celebración. Todos estos implementos celebrativos fueron adquiridos al por menor y en un establecimiento de común concurrencia, lo que significa que llevaba en bolsas pequeñas hasta el carro y de ahí a la casa, sin ninguna complicación, la piñata fue el más complicado pero no por la piñata en sí, el día que fuimos por ella, la batería del carro ya no quería responder, pero después de casi seis años conectada al automóvil ya era justo y necesario que se hiciera un cambio y fue una odisea total empujando el carro y arrancándolo en segunda para llegar hasta el destino de la piñata, ya en el lugar tuve que quedarme con el carro encendido, bajo el sol de un sábado a mediodía, porque si lo apagaba la historia sería muy triste… estaba en una subida y la calle solo tenía un sentido, la mejor decisión que pude haber tomado, aunque me costó un poco de deshidratación. La piñata que conseguimos era de Campanita, el objetivo primordial era Mini Mouse, pero no había una que satisficiera las expectativas de la realeza. Campanita tenía muy buenos detalle, así que no estuvo mal la elección.

Ya en el día que estaba programado el suceso la agenda estaba cuidadosamente programada, sabía que sería algo dura pero ya estaba listo para cumplir con todos los detalles, temprano me dirigí a cambiar de vehículo, pedí prestado el camioncito de mi papá, el solo hecho de sacar ese camión de la bodega es una aventura, es como tratar de descifrar un acertijo con todos los candados y pasadores del portón, y luego es un examen de manejo al maniobrar para sacarlo de su bóveda y guardar luego el mi carro. La primera tarea terminada. Pase por el supermercado comprando los últimos detalles, la bebida, platos desechables y más boquitas, luego a la librería a comprar un CD para hacer una copia de canciones para la fiesta, además de papeles decorativos, todo fue de trámite, no hubo complicaciones, me dirigí a la siguiente tarea, el pastel estaba ordenado desde unos días antes y ya tenía la hora específica para pasar a recogerlo, el primer problema del día, la pastelería no tenía el pastel listo, endurecí mi rostro, tenía mi tiempo limitado y después de unas miradas de decepción y un par de palabras para expresarla, Salí molesto de la dulcería a mi siguiente tarea, tendría que regresar más tarde por el pastel. Esta siguiente tarea figuraba como la más difícil: las sillas. A medio camino de ir a traer las sillas recibo una llamada en mi celular indicándome que el pastel ya estaba listo, las ironías de la vida, ya no podía regresar tendría que esperar. Las sillas, aparatos metálicos plegables que no han sido diseñados para ser cargados, con la ayuda de mi hermano y otra persona más, logramos el objetivo de moverlas desde una segunda planta hasta la cama del camión, me pareció exagerado el número de sillas y no estaba equivocado, pero había que complacer las exigencias de los detalles. Después de muchos dedos machucados y manos marcadas por el filo del metal, llegamos al palacio donde se llevó acabo el evento, desmontar las sillas pareció ser más fácil aunque los dedos y las manos no expresaban lo mismo. Una vez con las sillas en su lugar me dirige a la pastelería nuevamente, sin mediar palabras recogí el pastel, el más grande que alguna vez haya cargado con mis manos, pero los detalles estaban perfectos. La siguiente tarea era la comida, también estaba pre ordenada para solo pasarla a traer y llevarla a su destino, como buen proveedor la persona encargada de la comida estaba lista, la subimos al vehículo y faltaban unas cuantas cosas que tenía que comprar en el súper mercado, no recuerdo bien que era, pero supongo que era importante para que haya tenido que detenerme por ahí.

Una vez en el lugar del evento, encontré a mi esposa, de la que pueden leer un poco aquí, aquí y aquí también, con cara de cansancio, ella había tenido sus tareas también y definitivamente que las había efectuado con gran magnificencia, el lugar estaba decorado cual palacio en su mejor esplendor, cada detalle estaba en su lugar, las sillas perfectamente arregladas, los adornos de globos en el lugar perfecto, todo estaba listo para la conmemoración, la última de las tareas antes de que empezara el evento era alistar a la festejada, por supuesto que esta tarea la cumplió la Reyna de la casa, después de un baño con llanto incluido, el agua estaba muy fría, se vistió de princesa y con el porte de toda una realeza hizo su gloriosa entrada.

Nos tocó de animadores, meseros, papás, anfitriones, Dj, maestros de ceremonia, etc. El CD que había grabado horas antes para la fiesta no funciono, pero como todo Hombre de la casa, estaba preparado con el plan B, conectando el cable USB de mi celular al estéreo pudimos hacer sonar las canciones de niños que teníamos preparadas. Todo salió bien, estoy seguro que la bebe disfruto, aunque sé que no estaba consiente que era para ella la celebración, la sonrisa de sus labios al oír el aplauso de los invitados me bastó para todo lo que habíamos hecho y lo que estábamos por hacer. Todo termino como estaba planeado, arreglamos y limpiamos, dejando todo en su lugar, como que nada paso.

Todo valió la pena, por la noche, ya en casa, me sentí totalmente molido, y mi esposa estoy seguro que estaba igual, nos dolían las piernas, los brazos, las manos, la garganta…  llegue a una conclusión, la próxima vez, prefiero pagar.

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